Tras el reciente anuncio del presidente francés Emmanuel Macron sobre una nueva legislación que permitiría a los adultos que se enfrentan a enfermedades terminales acceder al suicidio asistido, los obispos del país han contraatacado a la medida, subrayando la necesidad de una mayor inversión en cuidados paliativos.
Redacción por InfoCatólica – infocatolica.com
En una declaración del 21 de marzo, los obispos franceses, reunidos en Lourdes para su asamblea plenaria de primavera, expresaron «nuestra gran preocupación y nuestras profundas reservas ante el proyecto de ley anunciado sobre el final de la vida».
Tras recordar que el santuario mariano de Lourdes es tradicionalmente un lugar donde los enfermos acuden para experimentar la curación, los obispos expresaron su solidaridad con «las personas más frágiles» e insistieron en que toda vida humana debe ser «respetada incondicionalmente y acompañada de una auténtica fraternidad».
A principios de este mes, Macron anunció que presentaría un nuevo proyecto de ley que legalizaría la «ayuda a morir» para los enfermos terminales, y que tenía previsto presentar un borrador de la legislación al Parlamento en mayo.
Se trata de un cambio significativo para Francia, donde las medidas para poner fin a la vida están actualmente prohibidas, mientras que países vecinos como Suiza, Bélgica y los Países Bajos ya han adoptado el suicidio asistido o la eutanasia.
Según Macron, el nuevo proyecto de ley de ayuda a morir exigiría el cumplimiento de ciertas condiciones para quienes soliciten esta opción, entre ellas una reunión con un equipo médico que evalúe la situación del paciente y valore sus criterios.
Parte de la indecisión de Francia a la hora de redactar medidas que permitan el suicidio asistido hasta ahora ha sido la presión de la Iglesia Católica.
DECLARACIÓN DE LOS OBISPOS
En su declaración, los obispos franceses señalaron que muchos ciudadanos sirven como cuidadores de los enfermos y moribundos, y expresaron su gratitud por el «compromiso, la competencia y la generosidad» de aquellos que dedican su tiempo y energía al cuidado de los demás.
«Reafirmamos nuestro apego a la manera francesa de rechazar la muerte inducida», afirmaron, y pidieron que, en su lugar, se dé prioridad a los cuidados paliativos, afirmando que «nuestro ideal democrático, tan frágil y necesario, se basa en la prohibición fundacional de matar».
Expresaron su cercanía a todos los que sufren y elogiaron los avances ya realizados en cuidados paliativos, afirmando que es necesario un mayor desarrollo en este ámbito, tanto cuantitativo como cualitativo.
«Todo esto tiene un coste que una sociedad democrática como la nuestra se honrará en asumir», afirmaron.
También instaron a los católicos a implicarse más en la vida de los ancianos, los moribundos o los discapacitados, afirmando que las peticiones de suicidio asistido o eutanasia son a menudo «la expresión de un sentimiento de soledad y abandono al que no podemos ni debemos dar solución».
«En medio de tanta violencia contemporánea, en nuestro país y en todo el mundo, llamamos a todos los cristianos y a todos los hombres y mujeres de buena voluntad a ser auténticos servidores de la vida de sus hermanos y hermanas», afirmaron.