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LA CEGUERA DEL ORGULLO

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Cuando vemos en nuestras relaciones humanas que muchas personas con la que cambiamos interlocución denotan un orgullo exagerado de sí mismo, mostrando actitudes arrogantes y altivas que los conduce a despreciar opiniones u comentarios de los demás que difieren del suyo.

Eso esconde grado de soberbia, en uno más que otros y que a veces, produce autoengaño. A todo esto lo llamamos «ceguera de orgullo», lo vemos en el campo social, político personal y colectivamente

Empero, esa ceguera de orgullo no sólo se da en el campo mundano sino lo terrible es que también mella en el campo espiritual porque el orgullo siempre va en camino, activo y maleante de la acción correcta y serena y también posee un historial. En efecto, así como en el mundo existieron personajes ambiciosos de conquistas y dominio de superioridad sobre los demás, sobre pueblos y naciones, también estuvo metido en almas de profetas y apóstoles.

Obviamente hoy la encontramos en la Iglesia actual, causando inclusive daño y confusiones entre cardenales, obispos y sacerdotes.

En proverbios 16, 18-19 se nos da una interpretación clara de su significado literal. Que las destrucciones y las caídas son consecuencia del orgullo y la arrogancia, siendo mejor poseer un espíritu humilde con los pobres antes que llenarse de atracción o codearse con los altivos y soberbios.

Ahora bien, la ceguera de orgullo, puede caer en ricos o pobres por su amor así mismo, sus beneficios y privilegios sólo para sí o sólo para su familia al a que consideran superior a la de los otros.

El orgullo es contagioso cuando se está en compañía de gente pobre o rica que denota su personalidad deseos permanente de alardear cosas no ciertas y que afecta el bienestar espiritual. En esta forma, hay que hacer entender errores, inclinaciones y tendencias a quien no se dé cuenta de ello, tanto en su accionar y en el hablar, porque eso también es pecado y debemos evitar no ser arrastrado por vanidades y apariencias: No ser lo que no se es; no aparentar una realidad que no se tiene.

No olvidemos nunca que cuando viene la soberbia viene la deshonra; pero con los humildes está la sabiduría.

Pepe Galep