En base a una denuncia anónima, los progres y odiadores de la izquierda armaron una «fábula» en la que los odiadores también están en la jerarquía de la Iglesia peruana.
El odio no es propio de un cristiano, el odio es de comunistas y caviares, salvo de algunos obispos que hablan a los fieles una cosa y hacen otra.