Solo Argentina y EE. UU. rechazan imposiciones autoritarias que privan las libertades y atenciones de los ciudadanos que no pueden ser obligados a hacer lo que no es su voluntad
Por mayoría de las naciones han aceptado el primer acuerdo en asamblea celebrado con la OMS.
Todo esto esconde las falsedades conocidas de arreglos con laboratorios y exageraciones de definiciones de pandemia dentro de un marco de corrupción con funcionarios de salud de cada país.
El Perú, ya ha tenido bastante con lo del gobierno de Vizcarra y por lo tanto debe tomar sus precauciones y decisiones seguras para señalar mentiras o verdades venidas de la OMS.
LA NOTA:
La OMS aprobó el acuerdo sobre pandemias que permite instalar cuarentenas mundiales
Este oscuro acuerdo representa un nuevo autoritarismo sanitario disfrazado de cooperación internacional.
La 78.ª Asamblea Mundial de la Salud, máximo órgano deliberante de la Organización Mundial de la Salud (OMS), aprobó esta semana por amplia mayoría el primer Acuerdo Mundial sobre Pandemias.
Aunque se presenta como un instrumento de cooperación internacional frente a futuras emergencias sanitarias, esto representa un peligro latente para la libertad de las personas en todo el mundo.
El texto, aprobado por 124 países sin objeciones y con 11 abstenciones, entre los cuales están Argentina y Estados Unidos, establece mecanismos de coordinación internacional y acceso equitativo a vacunas, tratamientos y medios diagnósticos.
No obstante, detrás de esta supuesta «colaboración sanitaria mundial», se esconde una herramienta para reimponer medidas autoritarias como las que se vivieron durante la pandemia de COVID-19, cuando millones de ciudadanos en todo el mundo vieron restringidas sus libertades más básicas en nombre de la salud pública.
Durante aquellos años oscuros, gran parte de los gobiernos del mundo aplicaron cuarentenas prolongadas, confinamientos masivos, el cierre indiscriminado de escuelas y comercios, toques de queda, restricciones de movilidad y la imposición de medidas sanitarias bajo amenaza de cárcel, que perjudicaron gravemente la vida social y económica, dejando una marca de desconfianza que hoy motiva a gran parte de la sociedad a rechazar este tipo de acuerdos.
Todo ello fue justificado como una «respuesta sanitaria», pero derivó en un autoritarismo, vigilancia y control de las personas sin precedentes. Se impusieron pasaportes sanitarios, se persiguió la disidencia científica y se promovió la censura en redes sociales para silenciar voces críticas sobre las medidas sanitarias.