Al estar inhabilitado por 10 años por medida sancionadora del Congreso, sus derechos políticos están suspendidos, no sólo para integrar un partido sino para iniciar, formar y organizarlo por carecer de capacidad de obrar.
Considerar que como persona sí rige la inhabilitación para cargo o puesto, pero no como agrupación política, donde son personas distintas que la integran es un error, porque se estaría consintiendo la creación de «partido de fachada», porque quien lo formó, lo comunicó y lo ejecutó es el mismísimo Vizcarra.
Al ser «partido de fachada» para sus intereses políticos, directa o indirectamente tiene objetivos e intereses personales y grupales para el propio inhabilitado. En otras palabras, es un «partido de papel» que puede realizar o cumplir con los requisitos legales que se exigen a todos los partidos para su registro, pero su «identidad cubierta» como partido político oculta sus intenciones de tener poder político, intervenir y participar a través de otros, voceros o miembros, de todo lo que concierne sus impresiones políticas y su imagen en la cual, todos ya saben, que se trata del partido de Vizcarra; el inhabilitado.
Entonces, admitir este partido de fachada es inadmisible, aunque ayudado por Salas Arenas se busca ocultar sus fechorías como funcionario público, ex gobernante, refugiado a través de un partido político que, de seguro, sin lugar a dudas, abrirá conexiones, ventanas y puertas para tratar de ser blindado y sacar la vuelta a la ley.
