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ÁFRICA ES ESCENARIO DE UN AUMENTO ALARMANTE DE LA VIOLENCIA PERPETRADA POR GRUPOS YIHADISTAS

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Estos grupos han aprovechado la existencia de redes delictivas organizadas, y también se han sumado a las actividades violentas de bandas autóctonas con intereses regionales. Las zonas más afectadas están en el Sahel, la cuenca del lago Chad, Somalia y Mozambique.


Redacción Infocatólica – infocatolica.com


Con el propósito de instaurar la ideología islamista extremista, los fundamentalistas aprovechan los conflictos y divisiones preexistentes. Su estrategia consiste en establecer un «califato móvil» y oportunista, que busca llevar a cabo ataques en áreas ricas en recursos minerales y donde las fuerzas militares sean vulnerables y fáciles de inmovilizar.

Para imponer su ideología, este radicalismo se aprovecha de la pobreza, la corrupción, la falta de gobernabilidad, el analfabetismo, el desempleo juvenil, la falta de acceso a recursos y otros factores sociales.

La región del Sahel (que incluye Burkina Faso, Mali, Níger, Nigeria, Camerún y Chad) ha experimentado una rápida expansión de los ataques islamistas. Se han registrado 7.899 muertes, lo que representa más del 40% del total de víctimas mortales en el continente. Esta región es la tercera más letal de África debido al extremismo islámico.

Los cristianos están siendo objeto de atención particular. En el norte de Nigeria, donde el islam es predominante, sufren una discriminación sistémica. Las mujeres cristianas son secuestradas y obligadas a casarse con hombres musulmanes, mientras que a otras se les impone el uso del hiyab. Además, se les excluye de los cargos gubernamentales y se les niega la autorización para construir iglesias o capillas. Los yihadistas utilizan a los sacerdotes para sembrar el miedo mediante secuestros continuos.

Aunque aquellos que profesan la religión islámica también son víctimas de la violencia extremista, la tendencia actual es que los cristianos se están convirtiendo cada vez más en el objetivo específico de los terroristas, lo que socava el pluralismo religioso y la armonía que son característicos del continente.