Noruega se une a Finlandia, Suecia y el Reino Unido como países europeos cuyas Juntas Médicas rechazan la ideología de género y ponen la ciencia por delante.
Redacción La Derecha Diario – derechadiario.com.ar
La semana pasada, la Junta de Investigación de Atención Médica de Noruega anunció que revisaría sus pautas actuales con respecto a la llamada “atención de afirmación de género” para menores, que no es otra cosa que la castración de niños.
La Junta reconoció que ya no considera que las justificaciones para hacer este tipo de cirugías estén basadas en la evidencia, y que no hay razones científicas para frenar la pubertad en los niños.
Según las pautas actualizadas propuestas, el uso de bloqueadores de la pubertad, hormonas del sexo cruzado y cirugías (castración) pasarán a estar restringidas para casos especiales en entornos clínicos, y no será una medida que recomendarán los médicos para la disforia de género en niños.
De esta manera, Noruega se une a Finlandia, Suecia y el Reino Unido en la introducción de una mayor protección para los niños. Mientras que en los Estados Unidos, ya son 8 estados hasta el momento que han prohibido estos tratamientos para menores de edad.
Un reciente estudio muestra que la mayoría de los niños con disforia de género, empiezan a sentirse cómodos con sus cuerpos al pasar por la pubertad. Este es un dato a tener en cuenta, ya que los tratamientos son irreversibles y nunca deberían hacerse en niños que no entienden los efectos a largo plazo de lo que significa.
Un artículo reciente en la revista académica Archives of Sexual Behavior analiza cómo el efecto placebo no se ha tenido en cuenta adecuadamente al interpretar los hallazgos más recientes que respaldan la transición en los niños.
Por ejemplo, participar en un estudio a menudo brinda una atención especial a un paciente que, en muchos casos de disforia de género, tiene un trasfondo relacionado al sentimiento de solitud y no sentirse tenido en cuenta.
A esto se suma la expectativa de que su condición y todos sus problemas mejorarán por cortar sus genitales. Si bien esto puede ser algo positivo en un entorno terapéutico, no es algo que los investigadores quieran tener sesgando sus resultados. Especialmente cuando el propósito de la investigación es determinar objetivamente si un tratamiento funciona o no, por fuera de cómo se sienta el paciente por el tratamiento en sí.