- La Corona de Espinas, que según la tradición fue usada por Jesucristo durante su crucifixión, fue la pieza central de una solemne celebración litúrgica presidida por Laurent Ulrich, arzobispo de París.
- El evento, al que asistió una congregación que reservó su lugar con anticipación, se desarrolló con profunda reverencia. «Estamos aquí para acompañar a la Santa Corona a su nuevo hogar», proclamó el arzobispo a los fieles reunidos.
Redacción Zenit
Cinco años después del devastador incendio de 2019 que casi consumió la Catedral de Notre Dame, uno de sus tesoros más venerados, la Corona de Espinas, finalmente ha regresado a su hogar. El viernes 13 de diciembre, la reliquia fue reintroducida ceremoniosamente en un relicario contemporáneo de nuevo diseño, lo que marcó un poderoso momento de fe, resiliencia y renovación para París.
La Corona de Espinas, que según la tradición fue usada por Jesucristo durante su crucifixión, fue la pieza central de una solemne celebración litúrgica presidida por Laurent Ulrich, arzobispo de París. El evento, al que asistió una congregación que reservó su lugar con anticipación, se desarrolló con profunda reverencia. «Estamos aquí para acompañar a la Santa Corona a su nuevo hogar», proclamó el arzobispo a los fieles reunidos.
UN LARGO VIAJE A CASA
La preciosa reliquia, un delicado círculo de juncos tejidos unidos con hilo de oro, ha soportado siglos de historia. Comprada por el rey Luis IX (San Luis) a Constantinopla en 1239, inicialmente estuvo consagrada en la Sainte-Chapelle, una maravilla gótica construida específicamente para albergarla. En el siglo XIX, fue trasladada a Notre Dame, donde permaneció hasta el fatídico incendio que consumió gran parte del techo y la aguja de la catedral.
En medio del caos del incendio de abril de 2019, los socorristas y el clero, asumiendo un gran riesgo personal, lograron rescatar la Corona de Espinas y otras reliquias invaluables, incluido un clavo y un fragmento tradicionalmente asociado con la cruz de Cristo. Después del incendio, la corona fue resguardada en la bóveda segura del Ayuntamiento de París bajo el cuidado atento de la alcaldesa Anne Hidalgo.
UN RELICARIO PARA UNA NUEVA ERA
Ahora, la Corona de Espinas ha sido consagrada en un relicario contemporáneo asombroso que fusiona la tradición con la artesanía moderna. Diseñado por el renombrado arquitecto Sylvain Dubuisson y construido por artesanos de la prestigiosa Fundación Coubertin, el nuevo relicario es una sorprendente estructura de tres metros de altura que refleja tanto el ingenio artístico como la devoción sagrada.
El relicario consta de una enorme base de mármol que alberga el clavo y el fragmento de madera, mientras que la Corona de Espinas está suspendida en su centro. Encerrado dentro de un marco de metal circular vertical y adornado con cientos de cristales que reflejan la luz, el diseño simboliza la conexión eterna entre el sufrimiento y la salvación. Los cristales dispersan la luz en todas direcciones, creando un brillo radiante y etéreo que atrae la mirada (y el alma) hacia la corona.
UNA SEMANA DE RENOVACIÓN
El regreso de la Corona de Espinas es parte de una serie de celebraciones que marcan la reapertura de la Catedral de Notre Dame, que reabrió sus puertas el sábado pasado después de extensos esfuerzos de reconstrucción. Para los fieles y para París, el momento es simbólico y profundamente conmovedor: un testimonio del espíritu perdurable de una de las iglesias más emblemáticas del mundo.
Aunque las cicatrices de la catedral siguen siendo visibles, el regreso de la Corona significa esperanza. Durante siglos, ha inspirado a millones como símbolo de sacrificio y redención. Ahora, se alza nuevamente en el corazón de Notre Dame, renovada para las generaciones futuras.
Como dijo el arzobispo de París durante la ceremonia: “Esta reliquia nos llama a la humildad y la unidad. Su regreso nos recuerda que incluso a través de la destrucción, la belleza y la fe pueden restaurarse”.