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SACERDOTE EN MEDIO DE LA CRUDA GUERRA EN GAZA CUENTA EL DÍA A DÍA DE SU COMUNIDAD. LA CLAVE: MANTENER UNA VIDA ESPIRITUAL FUERTE

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El Padre Romanelli, se mantiene al frente de la Parroquia de la Sagrada Familia, la única parroquia católica de Gaza, habló desde allí con la periodista Alejandra Martins de la BBC.

Redacción InfoCatólica

El párroco es el sacerdote argentino Gabriel Romanelli, de la congregación Instituto del Verbo Encarnado lleva más de cinco años en Gaza y tres décadas de misión en Medio Oriente y muy a su pesar se ha convertido en noticia y en referente. Estas fiesta de Navidad ha concedido una entrevista a la BBC.

Una luz en medio de una ciudad devastada

A más de un año del inicio de la actual guerra en la Franja de Gaza, la única parroquia católica de la Franja sigue siendo un refugio físico y espiritual para cientos de personas. El párroco es el sacerdote argentino Gabriel Romanelli, del Instituto del Verbo Encarnado. El Padre Gabriel, como lo llama su comunidad, lleva tres décadas de misión en Medio Oriente y más de cinco años en Gaza. Allí está acompañado por otros dos sacerdotes, un argentino y un egipcio, y por dos religiosas, una peruana y una argentina.

El actual enfrentamiento comenzó con un ataque terrorista de Hamas en Israel el 7 de octubre de 2023, en el que murieron unos 1.200 israelíes y más de 250 fueron tomados como rehenes. La subsiguiente ofensiva israelí en Gaza ha dejado más de 44.000 muertos, incluyendo más de 17.000 niños, y más de 100.000 heridos, según datos del Ministerio de Salud de Gaza. Además, más de 11.000 personas están desaparecidas, probablemente bajo escombros, según la Defensa Civil palestina.

Cuando comenzó la guerra, el Padre Romanelli estaba en Belén. De allí pasó a Jerusalén oriental. En mayo la autoridad israelí le dio permiso para volver a Gaza y quedarse en su parroquia. Ésta está ubicada en el norte de la franja, en la ciudad de Gaza, donde antes de la guerra vivían 1.100.000 personas y hoy, según se estima, quedarían unas 400.000, puesto que la mayoría de la población vive hoy en campos para refugiados en el sur de la franja.

La pequeña comunidad cristiana de Gaza

El Padre Romanelli dijo: «Antes del inicio de esta guerra… todos los cristianos [de Gaza] éramos 1.017 personas, incluidos católicos y ortodoxos. La comunidad católica era la más pequeña, con 135 personas. Éramos pocos, pero nuestra iglesia era muy activa. Teníamos diez grupos parroquiales donde participaban tanto católicos como ortodoxos, más de diez clínicas de Cáritas donde se ayudaba a unas 20.000 personas por mes, tres escuelas y una asociación para tratar a niños con «piel de cristal», una enfermedad incurable llamada epidermolysis bullosa. Se asistía a todos los casos existentes en la Franja de Gaza. De esos 1.017 cristianos, quedamos ahora un poco menos de 700. Hemos perdido a varios. Algunos murieron por falta de tratamiento médico. Y los que tenían doble pasaporte o visas para el extranjero emigraron cuando las fronteras estaban abiertas. Desde mayo están cerradas.»

La Parroquia alberga a casi 500 personas, entre católicos, ortodoxos y musulmanes

El Padre Romanelli prosiguió: «Cuando comenzó la guerra, el ejército recomendó a la población civil que fuera al sur de la Franja, a lugares seguros, pero la gente nos decía: ‘Padre, están bombardeando en todos lados. No hay un lugar seguro. No tenemos adónde ir’. Desgraciadamente no es la primera guerra que vivimos aquí, pero ciertamente es la más dura. Entonces empezaron a llegar las familias a refugiarse. Llegamos a tener unas 700 personas refugiadas. Ahora somos aquí un poco menos de 500 personas viviendo noche y día.

En la parroquia tenemos personas de religión musulmana: niños, adolescentes y 58 ancianos con discapacidad. Son cuidados por el trabajo heroico de las Misioneras de la Caridad (las hermanas de la Madre Teresa) y voluntarios. El resto son familias cristianas: todos los católicos y unos 300 ortodoxos que vinieron a refugiarse aquí después que la iglesia ortodoxa griega fue bombardeada. Algunos de los ancianos están con máscara de oxígeno, lo que es muy trabajoso porque no tenemos electricidad. Desde hace 14 meses no hay sistema eléctrico en la Franja de Gaza y no se consigue diésel. Si hay un poco de sol, tratamos con los paneles solares. La mayor parte de esos paneles fueron bombardeados, pero pudimos recuperar algunos. Se trata de aprovechar cada minuto de electricidad, especialmente para producir oxígeno para los enfermos.»

Los problemas prácticos del refugio

El Padre Romanelli describió a la periodista las dificultades cotidianas de la parroquia convertida en refugio: «Gracias a Dios, con la intervención del Patriarcado y del Papa, permitieron que entrara ayuda humanitaria para nosotros. Y con eso hemos podido asistir a nuestros refugiados, y también a miles de vecinos. El mes pasado pudimos ayudar a unas 50.000 personas. La situación es dramática en toda la Franja. Falta absolutamente de todo.

Tenemos una cocina comunitaria, donde se cocina por turnos. Tenemos unos pequeños hornos a leña que compramos. Una de las tres panaderías de la ciudad que quedaron en pie es de una familia cristiana. Ellos nos proveen en este momento, pero antes hacíamos aquí el pan.

Lo que entra a la Franja no es suficiente. Antes de la guerra entraban en promedio unos 400 camiones diarios. Imagínense la situación después de 14 meses de guerra en los que durante mucho tiempo la ayuda ha entrado a cuentagotas, siendo siempre insuficiente. Por ejemplo, no hay carne desde hace muchos meses.

Abajo de la iglesia hay una cisterna que no ha dejado de tener agua, lo que ha sido un milagro, porque no toda la población tiene ese privilegio. Hemos usado esa agua para los refugiados adentro del predio y también para los vecinos. Siempre hemos tenido muy buena relación con toda la comunidad civil del barrio.

Cuando comenzó la guerra compramos más medicinas, previendo que quizás la guerra empeoraría. Pero no imaginamos al inicio que esta guerra podía ser tan grave. Hace un mes, con la ayuda del Patriarcado, permitieron entrar cajas con medicinas. Ahora tenemos una farmacia con un dispensario adentro para los refugiados, y otro afuera donde se asiste a miles de personas.

Nuestro predio no es muy grande. Por eso hay personas por todos lados. Las personas viven en las aulas de la escuela y del jardín de infantes. Hay una familia que duerme en mi despacho, otra en el archivo de la parroquia, hay quien duerme en la escalera, hay gente que duerme en la iglesia.»

La vida espiritual, eje de la vida cotidiana

El Padre Romanelli afirmó: «Ciertamente todos estamos angustiados. Una guerra no se la deseo a nadie. Nuestra primera prioridad es tratar de mantener una vida espiritual fuerte. Todos los días nos levantamos alrededor de las cinco y media y hacemos una hora de meditación ante el Santísimo Sacramento del altar. Él es la causa principal por la cual la comunidad cristiana está en Gaza: estamos por Cristo. En momentos de paz o de guerra, de angustia o de consolación, de fuerza o de debilidad, siempre el Señor Jesús está primero. Después de esa hora de silencio que hacemos los religiosos y algunos laicos, rezamos las oraciones de la mañana en árabe, la lengua principal de los cristianos del Medio Oriente. Y después empezamos el trabajo del día: se visita a las familias, se atiende las cuestiones de la salud, la comida, la seguridad, los paneles solares, el agua, etc. Por la tarde tenemos el Rosario de Nuestra Señora y la Misa con sermón todos los días y actividades para los niños, lo que llamamos el oratorio, que son actividades espirituales, juegos y cantos. Se trata de celebrar los cumpleaños, sobre todo de los niños, de visitar a los ancianos, de que nadie se sienta abandonado, solo o triste. La guerra causa todo eso y mucho más.

También se dan clases de apoyo. Ha sido algo muy extraordinario porque las escuelas están cerradas, pero no se ha perdido el año académico. El Ministerio de Educación de la Autoridad Nacional Palestina con sede en Ramala nos reconoció el esfuerzo que hicimos y los exámenes.»

El Padre Romanelli explicó a la periodista cómo se puede tratar de crear cierto tipo de normalidad para cientos de personas en medio de una situación horrible: «En primer lugar, lo que aprendemos de Nuestro Señor y de la Virgen Santísima es que a ellos no solamente les pedimos, sino que verdaderamente experimentamos [que nos dan] una fuerza especial para seguir adelante. Hay que estar al servicio del otro, del necesitado, en mi caso como sacerdote. Tenemos que ser como esa bondad del Padre celestial en el mundo a pesar de nuestras miserias. Y jugar con los niños, hacer de tripas corazón. Uno tiene que tragarse las lágrimas. Eso hay que dejarlo ante Dios: Él ve lo secreto. Y hay que tratar de ser un signo de esperanza para todos, para cristianos y no cristianos, para dar un testimonio de que es posible vivir juntos. No es fácil, pero es posible. Y hay que hacer el bien.»

Preparación para la Navidad

El Padre Romanelli contó a la periodista cómo su parroquia se estaba preparando para la Navidad: «Nuestro pesebre lo estamos preparando adentro de la iglesia, y estamos armando el arbolito de a poco. No vamos a hacer un árbol como se solía hacer aquí: afuera, grande, con fuegos artificiales… Pero dentro de la iglesia queremos recordar que Jesús nació en Belén de manera tan pobre, tan humilde, y eso nos da esperanza para seguir adelante confiando en Él y tener verdaderamente la certeza de que la guerra va a terminar. No hay guerra que no haya terminado. Pero desgraciadamente, un día más de guerra va a producir más muerte, más destrucción. Cuanto antes se frene todo esto va a ser un bien para todos, tanto para la sociedad palestina como para la sociedad israelí.»

Un mensaje cristiano desde Gaza

Desde Gaza, el Padre Romanelli ofreció el siguiente mensaje: «A seguir trabajando por la paz. Nosotros queremos que todos los seres humanos del mundo trabajemos por la paz. En segundo lugar, que cada persona humana vale, sea de la raza que sea, de la religión o nacionalidad que sea. En tercer lugar, para el que pueda ayudar materialmente, el canal es el Patriarcado Latino de Jerusalén, porque hace falta ayuda. Su dirección es: https://lpj.org/es. Y el que no puede hacer eso, ciertamente puede ayudar a un pobre. Y si no lo tiene, hay que ir a buscarlo. En todas partes del mundo hay pobres, necesitados, enfermos, hay una persona que necesita una ayuda, aunque sea un saludo, si uno no tiene nada material para dar. Y rezar, rezar y rezar.»