El Señor de los Milagros es el Cristo crucificado, el Señor de los pobres en espíritu y en verdad, es el Cristo de Pachacamilla que se le denomina así por encontrarse pintado en el barrio de Pachacamilla, lugar de descanso de los indios y negros esclavos de la época.
En el Perú es historia y tradición llamarlo «Cristo Morado», porque, según se relata, una madre religiosa del Espíritu Santo, Antonia Lucía, llegó del Ecuador a Lima y fundó el Beaterio de Nazarenas en el Callao, cuyo hábito era morado, propio de la túnica nazarena, en honor precisamente del Cristo Nazareno (es decir, el Cristo con la cruz a cuestas).
El Señor de los Milagros se presentó en el Perú en tiempo en que indios y esclavos africanos padecían martirios, desprecios, e indiferencia por su dignidad humana como Hijo de Dios no reconocidos en el amor de mucha gente con autoridad o sin ella.
El mundo sabe que la Devoción del Señor de los Milagros en el Perú es la principal celebración católica y la más grande procesión del mundo. Sin embargo, los enemigos y adversarios de la «Fe Morada» siempre tratan de bloquear y hacer desaparecer esta devoción, porque constituye un obstáculo para el avance de ideologías políticas, culturales y sociales, principalmente.
EL SIGNIFICADO ESPIRITUAL DEL SEÑOR DE LOS MILAGROS
El Cristo Morado dejó signos de protección y caminos a seguir en el bien para todos los que tienen Fe. Se apareció en el Perú y patentó su imagen como huella eterna de amor con nuestro pueblo, con nuestra Patria y con cada uno de nosotros.
Se queda en forma espiritual en nuestros corazones para hacernos comprender que somos iguales en dignidad, nadie es superior a otro y que en justicia y rectitud y derecho a cada uno le corresponde lo que nos ha dado conforme a la doctrina de su enseñanza pública y con la dejada en la Iglesia Católica, depositaria de los tesoros celestiales.
Jesús nos recuerda que su Resurrección se expande en acción redentora día a día, produciendo Milagros de conversión y cambios de vida. Por eso, encontramos a ese Cristo de la Pasión, crucifixión y Redención en la Misa Eucarística, en el Santísimo, donde a los que le invocan con amor de corazón y no con los labios, realiza o sigue haciendo su acción redentora de salvación.
El Señor de los Milagros en experiencias espirituales ha dado muchos testimonios a peruanos, e inclusive a extranjeros que sólo vienen para el mes de octubre a la Cuaresma Limeña, para unirse a la Devoción Nazarena y recibir su Gracia especial de salvación, sanación y Redención.
Si eres peruano y no tienes devoción por el Cristo Morado, nuestro Señor de los Milagros, no tienes nada.