Inicio Actualidad POCO A POCO EUROPA VA PERDIENDO SU CRISTIANDAD

POCO A POCO EUROPA VA PERDIENDO SU CRISTIANDAD

26

VA IGNORANDO LA CUARESMA, SEMANA SANTA Y PASCUA, MIENTRAS QUE PRIORIZA Y NORMALIZA EL RAMADÁN

CUIDADO CON ESTE PANORAMA PAISES DE AMÉRICA, PUES DEBEMOS CUSTODIAR NUESTRA TRADICIÓN Y SOBERANÍA PAÍS Y NO DEJAR QUE NOS IMPONGAN RELIGIONES EXTRANJERAS COMO, LAMENTABLEMENTE, ESTÁ SUCEDIENDO EN MUCHÍSIMOS PAÍSES EUROPEOS.

DEFENDAMOS NUESTRA CRISTIANDAD.

LA NOTA:

Vivimos en tiempos extraños, tiempos de silenciosas transformaciones sociales, donde lo excepcional se torna cotidiano, donde la excepción se convierte, lenta pero inexorablemente, en norma.

Este fenómeno, que pasa desapercibido o se acepta con una cierta naturalidad tolerante, tiene consecuencias culturales, sociales y políticas profundas que merecen ser analizadas.

La normalización del Ramadán en Europa

Hace poco, en un partido de la Champions League entre el Lille y el Borussia Dortmund, el árbitro detuvo el juego tras ocho minutos para permitir que los futbolistas musulmanes rompieran su ayuno.

El Ramadán recibió así un reconocimiento internacional mientras la Pascua cristiana permanece ignorada e invisibilizada.

Este fenómeno no es aislado. En Reino Unido, Londres celebra públicamente el Ramadán con iluminaciones en Piccadilly Circus y ofertas especiales en comercios como Harrod’s, que organiza banquetes para el Iftar. La sociedad europea no solo reconoce la presencia musulmana; la coloca en el centro de sus referencias culturales y comerciales.

En Italia, esta adaptación se ha institucionalizado de manera novedosa.

El diputado Aboubakar Soumahoro incluso propuso el reconocimiento oficial del Eid Al-Fitr, lo cual refleja claramente cómo lo aceptable culturalmente se ha transformado silenciosamente.

Alemania muestra aceptación, con ciudades como Colonia celebrando oficialmente el Ramadán y usando señalización bilingüe en árabe para favorecer la integración. Francia, en cambio, busca contener esta transformación con prohibiciones explícitas en eventos deportivos y restricciones al uso de símbolos religiosos. El contraste entre ambos países evidencia distintas respuestas ante una realidad cultural emergente.

Europa vive un momento delicado en que cualquier crítica al islam corre el riesgo inmediato de ser tachada de islamófoba, dificultando un debate necesario sobre los límites de adaptación cultural y social.

Este es un reto histórico trascendental: decidir qué tipo de sociedad queremos ser y hasta qué punto estamos dispuestos a adaptarnos sin diluir nuestra propia identidad cultural. La respuesta que demos hoy definirá, sin duda, el futuro cultural y espiritual de Europa.