Inicio Actualidad PARA QUE NO TE DEJES ENGAÑAR: ¿DE DÓNDE VIENE LA PALABRA CATÓLICA?

PARA QUE NO TE DEJES ENGAÑAR: ¿DE DÓNDE VIENE LA PALABRA CATÓLICA?

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Por Freddy Andrade Quispe (Facebook)

El diccionario de la Real academia española nos dice: católica: Significa universal. Viene de Kata (=según) y Olos (=todo), lo cual significa según el todo.

El testimonio más antiguo lo tenemos desde el año 107 con san Ignacio de Antioquía.

En la carta a los Esmirniotas: «donde está el obispo está la Iglesia Católica».

CUANDO CRISTO FUNDA SU IGLESIA, NO LE PUSO NOMBRE

La Iglesia de Cristo, más que llamarse «católica» es católica.

La palabra católica no aparece explícitamente en la Biblia, pero sí está su significado: la Iglesia de Cristo es católica porque es para todos los hombres y porque tiene todo lo necesario para la salvación: Hagan que todos los pueblos sean mis discípulos… y enséñenles todo lo que les he enseñado (Mt 28,19-20). En la Biblia a los seguidores de Jesús se les llama: los creyentes, los discípulos, los cristianos, iglesia de Dios, los seguidores del camino (Hech 9,1-2), etc.

¿QUÉ SIGNIFICA SER CATÓLICO?

Ser católico significa no aceptar ninguna sugerencia del mal.

Ser católico significa ser partícipe de los sacramentos.

Significa vivir el Evangelio de Jesús, no a medias tintas.

El católico honesto no administra sus movimientos en base a las ganancias o pérdidas que tendrá. Ama, piensa y por los pobres se desangra.

El buen católico respeta a los que trabajan en la política, pero jamás firma o consciente pactos perversos en donde los pobres quedan sin su pan mientras que algunos avaros llenan con dinero sus bolsillos o los esconden en la tierra llena de humedad.

Ser católico es ser una persona sin doblez.

Ser católico es ser servicial. El buen católico hace obras, pero jamás utiliza el ladrillo hecho con miseria humana. No levanta edificios para que bajo de sus techos se rían los poderosos de cada una de sus fechorías. No permitamos que nadie tire sus bolsas de dinero, de ambiciones o malicias por encima del cerco cuando llegue la solitaria madrugada. Nuestra Iglesia no fue creada para acumular sino para amar.

Según el mandato de Jesús, sus fieles deben tener una sola túnica, una sola sandalia. Fue por culpa del dinero terrenal que la Iglesia Católica en más de una ocasión no impidió que gente buena muera por la terrible acción de las llamaradas. No permitamos que ni de adentro de la Iglesia, ni de afuera, utilicen la creación de Dios para proteger a algún ladrón o para ahorrar tesoros que están manchados con sangre humana.

A los buenos católicos se los puede identificar no tanto por lo que hablan sino más bien por la coherencia de sus actos y por las huellas que dejan donde nadie transitaba.

El católico es llamado a Llevar la Buena Nueva a toda la creación” (Mc 16, 15). ¿Qué quiere decir esto? que vayan a todo ser humano de la tierra, no a algunos, sino a todo el mundo. Por lo tanto, como católicos formamos parte de una Iglesia única y universal que Cristo mismo fundó y encargó al apóstol Pedro y sus sucesores.

Ser católico significa creer en la totalidad de nuestra fe cristiana. Y cuidado, no te confundas, nosotros como católicos somos también cristianos, puesto que creemos en Jesucristo el Hijo de Dios, que por el bautismo nos hace parte de la gran familia celestial. “Vayan, pues, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos. Bautícenlos en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 20) Entonces, al igual que es correcto llamarnos católicos porque como Iglesia acogemos a todo ser humano que habite la tierra, también es correcto denominarnos cristianos ya que somos seguidores de Cristo.

SER PARTE DE LA IGLESIA CATÓLICA ¿A QUÉ NOS COMPROMETE?

Ahora bien, el formar parte de la Iglesia Católica nos compromete a guardar una estrecha relación con Dios a través de su Hijo Cristo Jesús participando de los Sacramentos instituidos por él mismo, de quien, además, debemos ser siempre imagen y semejanza ante los hombres, para así ser verdaderos fieles ante sus ojos. No es suficiente con llamarnos cristianos y católicos, debemos serlo y por lo tanto también vivirlo.

Es muy triste ver a tantos hermanos que reducen su fe a sólo una Misa de domingo vivida de manera común y corriente, los llamados católicos de nombre, que por si fuera poco viven prácticamente como si no lo fueran. Por eso, hoy te invito a ser un católico verdadero, un católico que vive y practica su fe en plenitud.

Te invito a ser un católico que, consciente de su debilidad humana, se esfuerza por evitar el pecado, conocer y estudiar su fe, y a practicar las buenas obras. Estamos llamados a imitar a Cristo, debemos amar y vivir como Cristo lo hace, en otras palabras, debemos ser Otros Cristos vivientes.

Grabémonos que de nada nos sirve ir a Misa ni participar en ministerios pastorales si no vivimos de acuerdo al Evangelio, si no damos testimonio de Cristo en todos nuestros ambientes. De poco nos vale ser bautizados si después nos alejamos de Dios por culpa del pecado y no nos arrepentimos.

Tengamos cuidado de no manejar una doble vida, ya nos lo advierte el Papa Francisco:

“¿Pero qué cosa es el escándalo? El escándalo es decir una cosa y hacer otra, es la doble vida. La doble vida en todo: yo soy muy católico, voy siempre a Misa, pertenezco a esta asociación y a otra; pero mi vida no es cristiana, no pago lo justo a mis empleados, exploto a la gente, soy sucio en las relaciones, reciclo el dinero. Y tantos católicos son así. Y esto escandaliza”. (Homilía Misa en Santa Marta, Ciudad del Vaticano 23 de febrero de 2017)

Seamos verdadera Iglesia, siendo católicos comprometidos con nuestros hermanos, sin pena ni miedos, sino con el coraje y la firme decisión de dar testimonio del mismo Dios por quien se vive. Somos parte del mismo Cuerpo que es de Cristo y, por lo tanto, no podemos ser indiferentes a las necesidades del que más lo necesita empezando por los que tenemos más cerca.

Pidamos al Espíritu Santo que es el autor de la unidad cristiana para que nos ayude a ser católicos de verdad, en esta nuestra Iglesia que es universal, católica y cristiana.

Entonces, no nos dejemos quitar el nombre: siempre que alguien diga «soy cristiano» para decir que no es católico, nosotros siempre hay que decir: yo también soy cristiano… “No, pero yo soy cristiano pentecostés”, …bueno, tú eres cristiano pentecostal, y yo soy cristiano católico. Cristiano es mi nombre y católico mi apellido.

En el credo el católico hace la profesión de fe. 381 D.C un católico vive y participa de los sacramentos dejados por Jesús a su iglesia. Así como Pedro hace su profesión de fe.

(Cf Jn 15, 20)

El Señor nos bendiga y nos guardé para la vida.

Paz y Bien