COMENTARIO DE LA ONG CATÓLICA «SIN COMPONENDA»
Los animalitos son seres vivos que muchos queremos, nos agradan y muchas veces son compañía fiel, pero no caigamos en el error de quererlo llevar a todo lugar al que vayamos, pues el Templo es un lugar sagrado y nosotros debemos tener respeto por lo sagrado.
La santa Misa necesita de nuestra total concentración y los animales, aunque no lo queramos, nos será motivo de distracción.
Nosotros debemos darles a ellos su lugar y no buscar humanizarlos, pues estaríamos cayendo en idolatría.
LA NOTA:
El tema ha generado intensos debates en las redes sociales, donde proliferan los videos virales y se plantean repetidamente las preguntas: ¿Es lícito llevar mascotas a la Iglesia e ir con ellas a Misa? ¿Pueden los “perrhijos” reemplazar a los hijos? El padre José Alberto Medel, responsable de Liturgia de la Diócesis de Xochimilco en la Ciudad de México, ofrece su respuesta.
¿Puedo llevar a mi perrito a Misa?
El sacerdote cuestiona: “¿Quién considera correcto llevar a sus perros a misa? Yo creo que lo hace una persona que ha perdido el sentido de lo que se celebra allí”.
Explica el padre Medel que “la eucaristía tiene lugar en los templos”, lugares que, por definición, se diferencian de lo profano. Ciertamente, “el templo es el sitio específico del culto religioso; y en el caso nuestro, el templo es el lugar donde ofrecemos el santo sacrificio, la liturgia toda; pero específicamente el santo sacrificio de Cristo en la Misa”.
Más aún, abunda el padre Medel: la Misa “exige toda nuestra concentración, todo nuestro tiempo, todo lo que somos y tenemos”. En este aspecto, deja claro que: “No hay nada que justifique” llevar nuestras mascotas a Misa.
“En el mismo plano tendríamos que preguntarnos si en la misa nos podemos dormir, si podemos contestar mensajes o podemos salirnos para atender el celular, si es correcto estar en la misa conversando. Todas estas preguntas parten de una premisa común: la desacralización, el haber perdido el sentido de lo sagrado del templo y del culto litúrgico; y todavía más, la desacralización de la Misa”, advierte.
“Si yo me formo en mi fe y descubro el gran valor que tiene la Santísima Eucaristía en mi vida, no tendría por qué hacerme esta pregunta, ni tendría por qué existir en mí esta disyuntiva de si puedo llevar o no a mis perros a la Misa”, abunda, e insiste en una invitación: “Valoremos la santa Misa y veámosla siempre con el decoro, la solemnidad y la devoción que merece”.