Su madre es su reina, su superhéroe, porque luchó por su vida y no escuchó a los médicos que pedían que él sea desconectado.
Con una altura de 1,90 metros y un peso impresionante de 116 kilos, Derick Hall ha recorrido un largo camino en sus 22 años.
El apoyador externo [una posición en el fútbol americano] nació cuatro meses antes de tiempo sin latidos cardíacos, con un peso de apenas unos 930 gramos, y una hemorragia en el cerebro.
Después de una semana con soporte vital, el pronóstico no era favorable y los médicos creían que permanecería en estado vegetativo por el resto de su vida. Los profesionales médicos le sugirieron a la madre de Hall, Stacy Gooden-Crandle, que apagara el soporte vital.
Como Hall compartió en una entrevista con ESPN, los médicos le dijeron a su madre que firmara un papel y «dejara que la vida siguiera su curso». Afortunadamente ella se negó. Su diminuto bebé pasó cinco meses en la UCIN (Unidad de Cuidados Intensivos de Neonatos) antes de finalmente irse a casa.
Su hijo se recuperó. Comenzó su carrera futbolística y no había nada que lo detuviera.
El futuro jugador de los Seattle Seahawks ahora podrá mostrar su destreza física y mental en el campo y demostrar a millones de personas cómo, sin importar lo precaria que sea la vida, siempre vale la pena luchar por ella.
Derick está enormemente agradecido a su madre y así lo expresó: «Mi mamá es mi reina», dijo.
«Ella lo es todo para mí, lo duro que trabajó criando a dos hijos sola al principio, trabajando en dos o tres trabajos. Ella es mi superhéroe. Ella es mi Mujer Maravilla. Ella es la persona que me mantuvo vivo.»