Vizcarra con sus ansias de poder, dinero y placer dejó de lado al Perú, a sus pueblos, para eternizar su Gobierno con él o sin él.
No quería controles de opositores, odiaba a los partidos políticos, odiaba al Congreso fiscalizador, al Consejo Nacional de la Magistratura y se alineó con los caviares para reformarlo todo con apoyo de la prensa mermelera.
En tal sentido, Vizcarra cerró el Congreso, botó a los del Consejo Nacional de la Magistratura, se instaló un TC a su medida, una Defensoría del Pueblo, un JNE con Salas Arenas cercano a Cerrón y maniató los controles de justicia con magistrados, procuradores del Estado y fiscales a su servicio que fácilmente fueron seducidos por el poder e impunidad y por la unidad y propósito de mantener la corrupción sutilmente. Lo cual, significaba que sus esbirros sólo pueden perseguir a los opositores con globos y serpentinas de la prensa.
Sus tremendas fechorías y robos al Estado y al pueblo peruano debían ser tapados y cuando menos lo esperaba, el Congreso nuevo que el propició, fue el mismo que lo sacó.
Dicha circunstancia lo obligó a preparar la venida de un Gobierno que le garantice no tocarlo para nada a cambio de la organización corrupta que había implantado y que aún no ha sido desactivada totalmente y que Vizcarra en contraparte lo pondrían al servicio del nuevo gobernante: lo hizo con el caviar Sagasti y lo haría con su nueva opción, aunque fuera el diablo en persona.
Ya habían probado con muchos candidatos de izquierda caviar a la presidencia y todos iban cayendo, le quedó la única opción para salvarse de la justicia, Pedro Castillo, el de Perú libre. De esta manera, con Cerrón planificaron su llegada al poder bajo las condiciones de libertad entre ellos para repartirse el botín del Estado sin que nada le pase al «lagarto».
Como el mal, sin dios, sin patria y sin ley puede proyectarse a su antojo pusieron a un «ADHOC de Presidente”, a un incompetente, un analfabeto político y de escaso brillo intelectual para ser manejado fácilmente mediante un gabinete a la sombra.
ERROR DE CÁLCULO
Creyendo que con castillo iban a perdurar por décadas, invitaron a su juramentación en Ayacucho, «la pampa de la quinua», con asistencia de todos los rojos ateos del continente, a sus brujos y chamanes y toda la cofradía internacional, ineficiencia burocrática ideológica roja.
Todo le estaba saliendo bonito hasta que luchadores nacionales perseverantes y amparados por una fuerza del bien, un poder venido de lo alto, de justicia y de derecho, lo hizo tropezar y mandar sus proyectos rojos al tacho, su partido y a todo su Gobierno.
SALPICÓN DE CAVIARES
Sin embargo, desde el gobierno de Vizcarra han quedado topos caviares en el Ejecutivo, en el Congreso, en la Defensoría del Pueblo; MP, PJ, JNE, JNJ, y que deben ser desactivados de la administración pública y de los poderes del Estado.
Le compete a Dina Boluarte definir su posición: el Perú o los caviares.
LA HORA DE LA CAÍDA DE LOS CAVIARES
Ya se inició la lucha y por lo tanto el pueblo peruano, libre de ideologías absurdas y aberrantes, pide a la presidente Boluarte que se aleje de esa contaminación de destrucción y afectación de la patria, de la persona humana, de nuestra historia y de nuestras tradiciones y ordenamiento jurídico y soberano.
HÁGALO SEÑORA PRESIDENTE
Sin duda, sin vacilaciones, con el radar de su conciencia de lo correcto y sin intereses escondidos ni temor alguno.
Debe importarle más bien ¿quién le ha permitido tener autoridad en el Perú? ¿para qué?
Usted sabe que sólo Dios da autoridad a la persona, y a un Gobierno: como también dirige los destinos de los pueblos conforme a sus comportamientos y decisiones de no rechazar el bien, el bien común para todos con la verdad y la justicia.
Lo que quiere decir que Dios sólo aprueba a aquellos gobernantes que «no han rechazado el bien». En consecuencia, aléjese de las opiniones y lloriqueos de organismos mundiales y de hombres torcidos por ambiciones de enriquecerse y que fungen saberlo todo.
Recuerde, la maldición Castillo con el Perú ya ha sido rota, no pretenda usted volver a lo mismo para que no desgracie al Perú.
En pleno siglo XXI somos nación diferente y protegida desde lo alto.
Ánimo y sea valiente.