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LA LIBERTAD DESDE LA PERSPECTIVA DEL LIBERALISMO ES INCOMPATIBLE CON EL CRISTIANISMO CATÓLICO

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«La verdad os hará libres» nos dijo Jesús. Significa que la verdad es plena para llevarlo como libertad perfecta, clara y fiel en todos los terrenos, social, político, económico, familiar, educacional. Por lo que, lo que es SÍ, es Sí y lo que es no, es No.

El sentir de un católico es eso, libertad plena, es decir determinar siempre la Verdad de Dios, lo bueno, el bien bajo el juicio moral. «No te canses de hacer el bien». Entonces mi libertad me hace conducir en la verdad en todo espacio de la vida, no puedo estar a favor del aborto, no puedo estar a favor de «matrimonio gay», de familias liberales o diferentes a lo convencional, no puedo permitir que el Estado tome la educación de nuestros hijos para introducir modelos foráneos ideológicos.

En lo político, económico y social es igual, no puedo como católico estar a favor de la explotación, del acaparamiento, de la adulteración, del libre mercado que enriquece al que tiene más y empobrece al que tiene menos; que por el libertinaje se hacen ricos o llamados «exitosos» acumulando riquezas, obsesionados por la rentabilidad, aunque venga producto del robo, de engaños o del fraude.

Ganar dinero en esta forma es dinero de Judas: “¿Cuánto me dan si lo entrego?”, dijo Judas a los malvados, para entregar a Jesús; ahora todos preguntan ¿Cuánto hay para ofrecer, hacer o entregar algo? No hay servicio puro ni desinteresado. Todo es dinero renta y beneficio.

Respetemos los principios de la Iglesia, justicia social, conforme al orden moral y legal en marco jurídico ético, libertad dirigida hacia el bien, libertad con sentido moral. No hay justicia ni mercados libres del mal, drogas, prostitución, trata de niños, casinos esclavizantes, apuestas libres, etc.

Entonces, la desigualdad económica debe ser ajustada, porque no puede darse una libertad sin límites sin valores y sin juicio moral. Dios no es libertario no deja que cada uno haga lo que quiera y sea bendecido. La Iglesia condena a los modelos estatales, comunistas y a los capitalistas.

LOS LIBERALES SE APARTAN DEL BIEN

No se puede apartar uno del bien en los hechos, porque no se me es permisible como católico: separar el bien en mi vida privada de mi vida pública. Sin embargo, esa es la excusa del corrupto que es de derecha o de izquierda, justamente, porque confunde lo que es la libertad simple de la libertad con Dios, donde el bien es el poder de Dios.

El liberalismo para la doctrina de la Iglesia es pecado y es herejía, porque por un lado el liberal se integra a lo correcto y al bien de la Iglesia en algunas cosas, pero en otras no; en lo humano son libres para afinarse a los derechos humanos, a veces son coherentes, pero en lo político, social y económico no lo son, ya no se integra a los valores de la Iglesia; sino, más bien, a los valores del dinero del poder y del beneficio propio.

Esta verdad concluyente determina que no puede haber católicos liberales, porque caerían en un ritmo de vivencia en pecado: esclavos de la riqueza, de la codicia y la ambición para gozar del confort y comodidad, por eso, apoyan el liberalismo, nada más por eso.

Si no está Dios, como centro de todo lo bueno que ha sido creado, no es doctrina de la Iglesia católica y un católico debe saberlo. Ello equivale, también, a no elegir candidatos que dicen no estar en contra de la vida y la familia, la defienden, pero sí están a favor de la libertad del proceso de mercado, las ganancias libres, la acumulación de riqueza y acaparamiento de bienes, como centro o sentido de su vida. Lo cual significa elegir corruptos defensores de la vida. ¡Qué importa!

No señores, sí importa: la integridad y la verdad es plena, total y absoluta, proveniente de Jesús. «La Verdad os hará libres».

Pepe Galep