Su fuerza fue la oración: ¿Podrías perdonar a quién te ha hecho daño? La vida de Maïti Girtanner, una cristiana devota y pianista sobresaliente, es un ejemplo de cómo el perdón y la misericordia ayudan al alma a sanar.
Redacción ChurchPop – es.churchpop.com
El corresponsal de National Catholic Register en el Reino Unido, K.V. Turley, compartió en un artículo la inspiradora historia de Marie Louise Alice Eleonore, más conocida como Maïti Girtanner.
Turley indicó que la talentosa pianista luchó contra los sentimientos de ira y la venganza que dejó su arresto y tortura, un camino que la llevó a perdonar a quién le había hecho tanto daño.
“Es un relato de sufrimiento humano y de la respuesta frente a este. Su historia nos recuerda una vez más la única verdadera ‘salida’ de ese sufrimiento y su doloroso rezago”, agregó.
Su arresto y tortura
Girtanner era una talentosa pianista proveniente de una familia de músicos. A sus 9 años dió su primer concierto y sabía que su camino estaba marcado para ser una gran artista.
Sin embargo, a sus 18 años, fue testigo de la llegada del ejército de Hitler a París. La joven se involucró con la resistencia francesa, dando recitales de piano para las élites nazis, mientras recopilaba información para la lucha contra la ocupación.
“Inesperadamente, fue arrestada en octubre de 1943. Fue llevada a un centro de detención para miembros capturados de la Resistencia en Hendaya (Francia)”, agregó Turley.
Girtanner fue torturada por un joven médico conocido como Leo, que le dejó daños irreparables en su sistema nervioso central, quitándole la capacidad de volver a tocar el piano.
“Para febrero de 1944, todavía estaba encarcelada y apenas podía mantenerse en pie”, indicó Turley. “Fue entonces cuando fue rescatada de su tormento con la llegada de la Cruz Roja y posteriormente hospitalizada”.
El resto de sus días, Maïti padeció un dolor crónico resultado de la tortura, que también la impidió poder tener familia o llevar una vida normal.
Sin embargo, esta experiencia desgarradora no la apartó de la fe, sino que la llevó a acercarse más a Dios, ingresando a la vida religiosa como terciaria dominica.
“En una carta que escribió a un amigo, simplemente dijo: ‘No haré una tragedia de mi vida’”, indicó Turley.
El perdón y la misericordia
Girtanner enfrentaba otra complicada decisión: vivir la vida de odio contra quién la torturó o perdonarlo.
“Había comenzado a entender que el perdón nunca podría ser solo una idea intelectual; en cambio, debía ser algo dirigido hacia alguien. Escribió: ‘El perdón no se produce en abstracto; requiere a alguien a quien se pueda dirigir, alguien que pueda recibirlo’. Comenzó a orar por sus captores y, en particular, por el joven médico que la había torturado”.
40 años después de su arresto, Leo, el antiguo médico Nazi que ahora estaba viejo y enfermo, la contacto.
Al descubrir que tenía una enfermedad terminal, empezó a recordar a la joven cristiana a la que había torturado y quería saber si todavía se aferraba a su fe en Dios y en el cielo.
“Leo escribió preguntando si Girtanner aún creía en esas cosas. Ella le respondió y le dijo que aún creía”.
El antiguo médico decidió ir a visitar a Girtanner y le pidió perdón.
“Ella tomó su cabeza entre sus manos y la besó. Luego, mientras lo abrazaba, le perdonó”.
“Más tarde, en ese momento, dijo: ‘Lo abracé para dejarlo caer en el corazón de Dios. Y [mientras lo hacía] él murmuró: ‘Perdóname’”.
“Sea cual sea el regalo que se le dio a Leo ese día, un regalo aún mayor se le dio a Girtanner. Había orado durante 40 años por el poder de perdonar. Porque sabía que, mediante ese acto, ella también sería liberada. De ese día, más tarde diría: ‘Perdonarlo me liberó’”.
¡Qué gran ejemplo de perdón y misericordia!