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LA CORONA DE ESPINAS EN JESÚS TIENE UN SIGNIFICADO MÁS PROFUNDO DE LOS QUE SE CREE

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ENFOQUE DE LA RAZÓN

Sabemos antiguamente que para los romanos era señal de realeza, lealtad y reconocimiento portar la corona, era un privilegio por una acción cívica realizada o por el servicio de un habitante o funcionario romano que era susceptible de ser destacada. Era una especie de símbolo honorífico, una jerarquía cívica o una identificación de soberano rey.

Empero, como los romanos dominaban a los pueblos judíos querían mofarse de sus estatus sociales minimizando y degradando el honor y la gloria de los judíos, colocando así, una corona de espinas al que llamaban «Rey de los judíos», Jesús era su Rey.

Para dar más consistencia sus burlas le pusieron una caña en la mano a modo de cetro real, se postraron, se burlaron y lo saludaban: ¡Salve, Rey de los judíos! (Mateo 27, 29; Juan 19, 2-5).

ENFOQUE DEL CORAZÓN. LA FE HABLA ESPIRITUALMENTE

Jesús sabía en su interior que tenía que experimentar todo el dolor y el sufrimiento, burla, escarnio, crueldad como ya los había anunciado el profeta Isaías. Ya en Getsemaní había tenido el auxilio del ángel de la Consolación, del apoyo para recobrar fuerzas corporal, mental y espiritualmente.

Así como estaba listo para cargar su cruz después de flagelaciones recibidas, la corona de espinas le es colocada y entiende que representa la mente oscura del mundo, los pensamientos extraviados, insanos, la perversión, la maldad; la rebelión y desobediencia a Dios y un despreció al Padre reflejado en la humillación, burla y maltrato al Hijo.

Sin embargo, esa corona de espinas puesta con una intención colectiva de deshacerse de aquel que no les permite mantener conductas y comportamientos libertinos y llenos de maldad, se convierte en la integridad humana de Jesús en signo de triunfo, de elevación de la mente, del pensamiento, de la luz sobre la oscuridad, del bien sobre toda cosa, prevaleciendo sobre la muerte torrentes de bien, al resucitar, estableciendo su Poder esparciendo por el mundo el Amor que lo puede todo.

De esta manera, convierte su ser, derrotado aparentemente, por el adversario maligno, en una grandeza real, de su eterna majestad, de soberano verdadero, propia de un Rey de reyes, de un pensamiento Divino por encima de todo lo humano, porque es nuestro Creador y nosotros sus creaturas.

No hay pensamientos ni fuerzas humanas ni los basados en la ciencia o tecnología que pueda superar el pensamiento divino, cuya ley del bien y la conciencia como radar, están escritas en los corazones de la humanidad para seguir los caminos rectos y de eternidad.

Ya lo había dicho Jeremías : «Así habla Yavé: ¡Maldito el hombre que confía en otro hombre, que busca su apoyo en un mortal, y que aparta su corazón de Yavé!

Jesús nos enseñó que todo lo que enseña, viene del Padre y que por tanto «SÓLO DIOS TIENE LA ÚLTIMA PALABRA«.

«Pepe Galep»