Mons. José Ignacio Munilla ha reflexionado críticamente en su canal de YouTube sobre la Agenda 2030, la cual «parte de una antropología materialista que olvida que el hombre tiene alma» y «no habla ni de Dios ni de la familia».
Redacción infocatolica.com
Mons. Munilla empieza el vídeo recordando la llegada del hombre a la Luna el 16 de julio de 1969, evento que observó en casa de unos vecinos, dada la falta de televisión en su hogar. En ese momento, la secularización dominaba la cultura occidental, especialmente en Estados Unidos, influida por los movimientos laicos post-mayo del 68. Durante el alunizaje, se debatió en la sociedad norteamericana sobre el contenido de un mensaje a dejar en la Luna. Los sectores religiosos deseaban una placa que reconociera a un «Dios creador de cielos y tierra», mientras que finalmente se optó por una placa laica, firmada por los astronautas y el presidente Nixon, que proclamaba un mensaje de paz en nombre de la humanidad. Posteriormente, el New York Times destacó que, aunque se intentó evitar cualquier referencia religiosa, el propio año mencionado, 1969, aludía indirectamente a Jesucristo.
Mons. Munilla utiliza esta historia para introducir una discusión sobre la agenda secular actual comparada con valores religiosos, contextualizando la agenda 2030 frente a la agenda 2033.
El obispo enfatiza que Jesucristo es esencial en la historia y la vida humana. En su prólogo al libro «Agenda 2033: nueva y eterna» de Eduardo Granados, destaca que Dios tiene un plan divino que abarca tanto el tiempo como la eternidad, citando a San Pablo en Efesios 1, 10 sobre el propósito de unificar todo en Cristo. El libro no solo critica la agenda 2030 por introducir sutilmente políticas abortistas y de ideología de género, sino que también resalta la gravedad de excluir a Dios y la dimensión trascendente del ser humano, elementos claves para entender y alcanzar objetivos que permitan el progreso humano conforme a su verdadera naturaleza.
El prelado señala:
«Lo estamos viendo en nuestros días: sin Dios estamos descabezados y corremos como un pollo sin cabeza, por lo tanto, repito por su importancia, lo más grave de la agenda 2030 no son solamente esos eufemismos que están introduciendo ideología de género, sino que lo más grave es lo que no dice, ni tan siquiera deja lugar para que sea incluido. No habla ni de Dios ni de la libertad religiosa ni de la familia. La familia no tiene ninguna mención, ni por supuesto el derecho de los padres a la educación de sus hijos. A esto se añade la forma en la que la agenda 2030 es presentada e introducida en la enseñanza, en las manifestaciones culturales, en todos los programas públicos, en todos los programas políticos. Su omnipresencia es claro que está diseñada como una especie de religión de estado, es obvio que está diseñada como un sustitutivo de la civilización de las bases de la civilización judeocristiana, de los diez mandamientos que el señor entregó a Moisés».
Y advierte:
«Hay una intención de establecer un nuevo orden mundial que deje fuera a muchas instituciones, en particular a las que tienen cuño cristiano. Y es que la agenda 2030 parte de una antropología materialista que olvida que el hombre tiene alma».
El obispo de Orihuela-Alicante muestra que Chesterton tenía razón cuando avisó de lo que ocurre cuando se deja a un lado lo sobrenatural:
«Una famosa frase de Chesterton, una sentencia maravillosa, impresionante, no, que además creo que viene como anillo al dedo a la hora de hablar de esta agenda 2030 sobre la cual tenemos una lectura crítica es la siguiente cita, y él dice: «Quitad lo sobrenatural y no os vais a encontrar con lo natural, sino con lo antinatural.» Es así, es obvio, cuando quitamos lo sobrenatural no está debajo lo natural, sino al haber quitado el sostén de lo natural, al final nos encontramos con lo antinatural. Bueno, pues me remito a los hechos. Negamos a Dios, quitamos a Jesucristo y de repente hablamos del derecho al suicidio, hablamos del derecho al aborto, de autodeterminación de género. Es que si quitas lo sobrenatural, no te encuentras con lo natural, sino con lo antinatural».