El pegalón, el orate, la ‘mochasueldos’ en la corte del lumpen-leninismo | De IDL – Por Gustavo Gorriti
Esta historia empieza en 2010 y epiloga, por ahora, en una farsa de desinformación este mes: marzo de 2025. Empiezo con la breve historia antes de describir la farsa.
La primera nota que publicó IDL-Reporteros, el 14 de febrero de 2010, durante el gobierno aprista, describe en su título el contenido: “Estafa camionera”. De eso se trató: De una compra de camiones portatropas israelíes rodeada de irregularidades, que –lo reveló la investigación– culminaban en un sobreprecio de más de dos millones de dólares.
En forma muy resumida, el reportaje reveló lo siguiente: 1) En 2006, dentro del ‘shock de inversiones’, la ministra del Interior, Pilar Mazzetti, contrató la compra de 50 camiones portatropas. La compañía que ganó el concurso fue ISDS, de Israel; 2) Mazzetti renunció poco después y su sucesor, Luis Alva Castro, se negó a recibir y pagar los portatropas, indicando que había un gran sobreprecio y canceló unilateralmente la operación; 3) Tiempo después, siempre bajo el gobierno aprista, se abrió otro concurso para adquirir portatropas. Lo ganó otra compañía israelí, Hatehof; 4) El reportaje de IDL-R reveló que los portatropas adquiridos eran los mismos que Alva Castro rechazó comprar. El detalle es que esa última adquisición significaba pagar cerca de dos millones de dólares más de lo que hubieran costado los mismos portatropas dos años atrás.
Fue una sólida investigación, con revelaciones irrefutables. Como sucede en todas las investigaciones sobre transacciones corruptas, hubo gente perjudicada y resentida, tanto en Israel como en Perú, por no haber podido culminar la transacción y, por ende, la cutra.
En la primera nota de la serie, el 14 de febrero de 2010, IDL-R publicó la siguiente aclaración: “Nota: Gustavo Gorriti, director de IDL-Reporteros, estima necesario informar que conoce a Leo Gleser, presidente de ISDS, desde hace cerca de 40 años, a través de la práctica del Judo. Por ello, Gorriti ha mantenido distancia de esta investigación realizada por Óscar Miranda y editada por Jacqueline Fowks”.
En efecto, el judo, su práctica, competencia y enseñanza formó y enmarcó la amistad, desde fines de la década de 1960, con Leo Gleser, que se mantuvo a través de los tatamis y los años, a lo largo de las muy diferentes trayectorias de nuestras vidas. Por eso conservé en el reportaje la distancia descrita en ese Caveat.
Esa es la realidad.
La farsa
El escenario y sus personajes
Hay que pasar ahora a examinar la farsa desinformadora y lo que esta revela sobre sus perpetradores
El 13 de marzo el diario Uno publicó, con estridente despliegue de portada, la “investigación” de un Gino Román bajo el título: “Gorriti y el traficante de armas”.

La “investigación” se publicó, como queda dicho en el diario Uno, formalmente controlado por Martín Belaunde Lossio, pero hoy bajo las evidentes influencias de Vladimir Cerrón y del Ejecutivo de Dina Boluarte. No es la única cosa en la que colaboran, como atestiguan las rodadas del “Cofre”, pero esta vuelve a demostrar que buena parte de nuestra historia actual transcurre bajo el argumento narrativo de un atestado.
En dicho ámbito la relación de Cerrón con Belaunde Lossio tiene por lo menos un proceso en común: El caso Antalsis. ¿Lo recuerdan? Si no, esta corta cita de la periodista Thalía Cárdenas, publicada en noviembre del año pasado en El Comercio, explica lo pertinente en este complejo caso:
“La fiscalía señala que Cerrón habría recibido dos camionetas de Martín Belaunde Lossio a cambio de favorecer con dos obras públicas a la empresa Antalsis Perú S.A.C. y filiales a través de contratos irregulares con SIMA.
Según el Ministerio Público, con estos actos ilegales se habría defraudado al Estado por más de S/ 26 millones durante el gobierno regional de Vladimir Cerrón, entre los años 2011 y 2014”.
El prófugo menos buscado y el antaño huésped, también como prófugo, del ‘curaca blanco’, cohabitan procesalmente el caso.
Pero no es lo único que los une. El diario Uno es otro punto de encuentro. Porque su director, Ricardo Milla, además de la relación familiar con Belaunde Lossio, obedece sobre todo a Vladimir Cerrón.
La trayectoria política de Milla es, digamos, polícroma.
Fue militante del PPC entre 2009 y 2014. Antes, tuvo un blog en el que publicaba virulentas opiniones de extrema derecha. Luego cambió, con más rapidez que Groucho Marx, de principios e ideología y, de acuerdo con varias fuentes con conocimiento de causa, activó en el Partido Socialista y apoyó la campaña presidencial de Verónika Mendoza en 2016.
En 2017 fue conminado a responder, ante un grupo dirigente, la acusación de haber agredido a una militante. Milla se retiró, sin contestar el cargo, del Partido Socialista y poco después empezó a atacarlo (y a Verónika Mendoza) en redes.
Su cercanía a Perú Libre ocurrió a través de Cerrón.
Antes, cuando intentó hacerlo por su cuenta, salieron a la luz varias de las denuncias contra Milla por agresión sexual y violencia contra diversas mujeres. Entonces, una cuenta vinculada con Perú Libre hizo el siguiente deslinde:

Pero, a través de Cerrón, a quien Milla adulaba sin pudor… este logró ser admitido poco después como militante de Perú Libre.


A esas alturas, las múltiples denuncias contra Milla, por agresiones sexuales y, en un caso público, violencia y secuestro, eran conocidas. Si algunos militantes de Perú Libre, en el Perú y en Francia, intentaron hacer deslindes y expresar su repudio, ello no tuvo ningún resultado.
Vladimir Cerrón apoyó a Milla, que estaba para servirlo, y lo demás no importó. Milla logró trabajar en el Congreso entre 2023 y 2024. Luego, de acuerdo con diversas fuentes, consiguió ser nombrado director del diario Uno, tanto por su parentesco con Belaunde Lossio como gracias a Cerrón, quien, a través de su incondicional director, influye con frecuencia sobre los contenidos.
Los tiempos han cambiado desde los radicalismos de la campaña y las primeras etapas poselectorales, cuando tuits como el siguiente, provocaban retuiteos aprobatorios de Cerrón.

Ahora son los tiempos de la coalición cleptocrática y de las votaciones conjuntas, donde la ultraderecha y el lumpen-leninismo, conviven, coordinan y acuerdan tanto objetivos como tácticas y campañas.
Aparte de la mano de Cerrón, el diario Uno, muestra también, con creciente desenfado, la del gobierno de Dina Boluarte (y, por supuesto, de la coalición congresal que la controla). Por eso coincide con frecuencia con los movimientos de ultraderecha.
Este es el diario, y su gente, que publicó la demente “investigación” sobre mi delirante vinculación con un supuesto tráfico de armas.
El «investigador»
El autor del supuesto gran destape se llama Gino Román. ¿Quieren tener una idea de su catadura analítica y su coherencia intelectual? Vean este tuit en X que sacó en la víspera del debate que llevó a la censura del ministro Santiváñez:

La ventaja de un orate es que no necesita investigar. Sus fuentes son sus delirios, que le revelan todo lo que quiere decir.
Igual que Milla, Román ha sido acusado por violencia contra una mujer, por una expareja que lo acusó por agresión física en 2018.
Por una u otra razón –aunque es fácil imaginar el odio compartido a las defensoras de la mujer que los acusaron– Román y Milla han mantenido amistad (o, cuando menos, solidaridad). En el escándalo que protagonizó Milla en mayo de 2021, cuando retuvo a la fuerza a su entonces pareja, con una violencia que llevó a la intervención de la policía y a una cobertura periodística se puede ver a Román entre los amigos de la pareja inmersos en el desarrollo del escándalo.

A ambos, Milla y Román, la cercanía con Cerrón y Perú Libre, les dio la protección de una supuesta izquierda, misógina y gamonal, que trataba con desprecio de machismo bruto a “los caviares” y sus sensibilidades.
Román también buscó la cercanía de Cerrón.

Antes de eso, Román tuvo cercanía con Josué Gutiérrez, exabogado de Vladimir Cerrón y actual defensor del pueblo, quien fue uno de los que inició los acercamientos de Perú Libre con sus supuestos enemigos ideológicos. Sus gestiones, además de conducir a su elección como defensor del pueblo, colaboraron en armar la coalición cleptocrática que hoy gobierna el país.
Según fuentes con conocimiento del tema, Gutiérrez buscó un acercamiento entre el fujimorismo y el cerronismo. Y antes de irse a la defensoría logró una aproximación con el grupo de Montoya. De hecho, intentó acercar a Perú Libre con todas las bancadas de derecha. Si no lo logró de inmediato, lo consiguió, o consiguieron, poco después.
Entre tanto, Gino Román consolidó su acercamiento a Perú Libre, que reportó, en 2023, haberle pagado 10 mil soles por un presunto “diseño de cursos de capacitación a alcaldes”.
Luego pasó a trabajar en el Congreso como personal “técnico” en la oficina de la congresista de Perú Libre, María Agüero. ¿La recuerdan? ¿No? ¿’Mochasueldos’ les suena?

Agüero fue denunciada el año pasado por recortar y apropiarse del 10% del sueldo de los trabajadores en su despacho. En los hechos, según los denunciantes, hubo también descuentos mayores. Pese a la protección de Perú Libre, la investigación del caso continúa en el Poder Judicial.

Ese es el elenco de pegalones, dementes y ‘mochasueldos’ que protagoniza el papel central en la delirante “investigación” que intenta vincularme con un tráfico de armas en el Perú. Elenco bajo las órdenes de un prófugo, Vladimir Cerrón, cuya patente demostración de poder en el Perú actual es que nadie con la autoridad y los medios para hacerlo se atreve a encontrarlo.
Hay un factor más, de importancia. El diario Uno, donde se publicó la “investigación” y cuyo director, Milla, obedece directamente a Cerrón, ha tenido una trasmutación escandalosa –incluso para los estándares nacionales– de posición editorial.
Se convirtió en el órgano oficioso de propaganda de la presidenta Dina Boluarte. La defiende dedicando sus más encendidos ataques contra “los caviares”, en los que acusa hasta al fujimorismo de “caviaridad” por no haber respaldado al ministro Santiváñez en el debate de censura. Varios de sus más estoicos colaboradores (Isaac Bigio, Gustavo Espinoza Montesinos) han renunciado a seguir escribiendo en el diario que sigue al lumpen-leninismo en su deriva hacia la derecha del fujimorismo.
La «investigación»
¿Qué dice la nota que firmó Gino Román en diario Uno?
Primero: que soy amigo de Leo Gleser desde hace “más de cuarenta años” y que practico judo con él “todos los fines de semana”. Eso, añade Román, “no lo digo yo; lo señala el propio Gorriti”.
No hay una sola oración correcta ahí. Dije que era amigo de Leo Gleser desde hace cuarenta años en el Caveat escrito al final del primer artículo publicado por IDL-Reporteros, en febrero de 2010. Han pasado quince años desde entonces, así que ahora somos amigos desde hace algo más de 55 años.
¿Practico judo con Leo “todos los fines de semana”? Yo sé que es posible jugar partidas de ajedrez por correspondencia. Pero, ¿alguien me explica cómo se puede practicar judo por correspondencia, de un continente al otro, con un océano y un mar de por medio? ¡Y todos los fines de semana!
¿Que yo lo dije? ¿Dónde? ¿A ver, dónde?
Proferir estupideces no cuesta nada, pero cuando un mitómano le pone pilas a la mazamorra que tiene en el cerebro, no paran de acortarse las patas de las mentiras.
Roman también afirmó que Gleser “recientemente fue detenido en Gabón, en una operación del FBI por sobornar a ministros de Interior y Defensa de diversos países. No solo él fue detenido; también su gerente en Perú, Saúl Michkin Chlimper”.¿La fuente de la información? Román, por supuesto, no la menciona. Pero en los hechos, resulta que extrajo y deformó datos de una nota publicada en IDL-Reporteros en febrero de 2010.
Como pueden leer, se trató de una típica operación de sting (entrampamiento) hecha por el FBI. En Las Vegas [Nevada, EEUU], agentes y colaboradores de la agencia federal de investigaciones contactaron a 22 empresarios (entre ellos Mishkin), presentándose como altos funcionarios de un país africano (Gabón), que ofrecían comprar equipos militares por $15 millones a cambio de una “comisión” [un soborno] de hasta el 20%.
Cuando llegó el momento de cerrar el negocio, el FBI cerró más bien la trampa y capturó a todos, entre ellos a Mishkin. Este había actuado en representación de su propia empresa, Orkil International LLC, pero su vinculación con ISDS perjudicó, sin duda, a esta compañía.
Todo esto sucedió en enero de 2010, no “recientemente”. No ocurrió en Gabón, sino en Las Vegas, Nevada. Nadie arrestó a Gleser, que no estuvo ni en Gabón ni en Las Vegas. Y fue IDL-R la que reveló, como correspondía, el sting y sus consecuencias.
¿Ya tienen una idea de lo confiable que es la (des)información de este individuo? Es que para un orate ponzoñoso no hay mentira imposible.
Entre inexactitudes y mentiras, el supuesto gran hallazgo de Román es “revelar” que mi hija Edith trabajó para ISDS desde finales de 2010 hasta 2015. Dice que “me olvidé” de mencionar eso cuando escribí el Caveat en febrero de 2010. Es que es un tanto difícil olvidarse de lo que no ha ocurrido. Cuando IDL-R publicó su primera nota, mi hija no trabajaba en ISDS. Entró varios meses después.
A esas alturas de la vida, mi hija había alcanzado la mayoría de edad hace más de veinte años y no necesitaba pedirme permiso para ninguna decisión personal.
En cuanto a su trabajo, no hubo ningún misterio. Mi hija lo puso en su CV, su Linkedin y demás escaparates digitales. Dejó de trabajar en ISDS en 2015, hace diez años, y se dedicó desde entonces, con considerable éxito, a otra, por completo diferente, línea de trabajo.
Es importante agregar que ISDS no contrató ni realizó ninguna venta con el Estado peruano entre 2010 y 2025, los años de existencia de IDL-R. Se lo puede comprobar en el portal de Transparencia Económica del Ministerio de Economía y Finanzas.
¿Dónde está, entonces, el “tráfico de armas” con los regímenes que ha tenido el país este siglo? Román, de paso, se cuida de no mencionar al gobierno aprista, pese a que la compra de camiones portatropas y el escándalo de sobreprecio posterior, sobre los que se hizo la investigación, ocurrió íntegramente durante el régimen de Alan García.
Como uno de los objetivos primarios de la desinformación es mezclar a IDL, menciona las gestiones de Gino Costa y de Carlos Basombrío como ministros del Interior, para indicar que en dichas gestiones se produjeron compras irregulares a empresas presuntamente vinculadas con ISDS.
¿Qué compras? ¿Cuándo, por cuánto, con quién?
Como no tiene nada, no menciona ninguna transacción, pero se refugia en sostener que pueden haber intervenido “empresas vinculadas a ISDS” o “representadas por ISDS”.
¿Cuáles?
Silencio.
A falta de datos, salta a estos tiempos y menciona la negociación de este gobierno, el de Boluarte, para la compra de 7 mil fusiles fabricados por la empresa israelí IWI, “representado” dice Román, “en Perú por ISDS”.
¿Así? ¡A ver! ¿Dónde está la evidencia de la representación?
Cualquiera puede barbotar estupideces, pero las verdaderas investigaciones avanzan y eslabonan sus hallazgos con evidencias verificables.
En este caso, ¿dónde están?
En ninguna parte.
Excepto en la mente descompuesta de este difamador cuyas delirantes desinformaciones tienen dos explicaciones posibles:
1) O es un orate o es un agente maligno, pero chambría, de difamación;
2) Las dos cosas a la vez.

La desinformación, ya se sabe, es un conjunto de mentiras disfrazadas de verdad a través de un esfuerzo de verosimilitud.
Una desinformación bien hecha puede llegar a ser difícil de distinguir de la verdad. Pero esas son las excepciones.
La mayor parte de las desinformaciones requieren un grado de credulidad en quienes las aceptan; y de credibilidad en quienes las emiten.
Eso es casi siempre reforzado con la repetición constante a través de una variedad de emisores de la desinformación, para que la mentira alcance una estereofonía.
Ese método de diseminación de la desinformación es el usual hasta en los casos en los que la mentira está torpemente disfrazada. Como sucedió con el engendro que publicó Román en el diario Uno este 13 de marzo.
Pero, esa suma de falsedades, mentiras, imposturas e imposibilidades, fue cacareada por la coalición corrupta como la madre de todos los destapes. La corte de los milagros se movilizó. El prófugo patrón de Román, Cerrón, lo hizo casi a la vez que sus actuales socios de ‘La Pestilencia’:

María Agüero, la ‘mochasueldos’ del Congreso, remitió cartas perentorias a los ministros de Defensa, del Interior y al contralor general de la República para que le explicaran en detalle las transacciones que Román había “revelado”. Román, junto con mensajes de cómica paranoia, dejó de lado las apariencias de investigación y se lanzó a la difamación sin filtros.

La “investigación” de Román fue prontamente propalada por medios vinculados con la ultraderecha, el Congreso y la desinformación. “Lima Gris” volteó la nota al reproducirla. Lo mismo hizo Gato Encerrado.
Quien más waripoleó la “investigación” fue el hasta hace poco productor de Phillip Butters en Willax, Fabricio Escajadillo, ahora conductor de Bethel Televisión.
El año pasado, Escajadillo y Butters se lanzaron a anunciar en Willax una inminente “bomba” sobre mí. “¡Tiembla, Gorriti!”, anunciaron con voz de malaria.
Fue, por supuesto, un adefesio. A la hora de la hora no hubo ni bomba contra Gorriti, ni bomba alguna. Lo que hubo fue descrito en el título de un editorial mío: “El eructo de un piojo”.
Ahora, Escajadillo, el del regüeldo piojil, convocó a Román como un invitado estrella, con panelistas de ultraderecha que desarrollaron una tierna afinidad con el orate de Perú Libre.
La metamorfosis desde los días de 2021 quedaba completa.
La cruz de Lorena ya no se movilizaba para defender ‘Eisha’ de la invasión de la hoz y el martillo chavista. Ahora lo encaletaba en ‘Eisha’, lo movilizaba en el ‘cofre’ y demostraba que podían corear juntos el lema del lumpen-leninismo.
Salvo la cutra, todo es ilusión.
En Bethel, el desatado Román siguió desembuchando sus “investigaciones”. Dijo, entre otras cosas, que mi esposa, que es agente inmobiliaria, había vendido “seis propiedades valorizadas en un millón de dólares cada una”.

¿De dónde sacó la información? ¿Cuál era la evidencia de siquiera una de esas supuestas transacciones? ¡Nada de nada! Hablaba, confundiendo fechas y personas (a Carlos Morán, por ejemplo, lo puso como ministro en 2014, varios años antes de que asumiera la cartera). Pero Escajadillo y sus contertulios estimulaban a que Román siguiera soltando sus desbocadas y delirantes “revelaciones”.
Sus “denuncias” encontraron pronto eco en una notoria porqueriza digital:

Rosa María Palacios contestó de manera fulminante, a López Aliaga por el mismo medio.

El antecedente
Tuve claro desde que se publicó la desinformación de Román en diario Uno, que este no la había planeado ni organizado.
Lo supe no solo por el análisis de la “información” publicada, con los cortos alcances y los largos delirios de su presunto perpetrador, sino por hechos más concretos.
Hace dos años, o dos años y medio, un poco más, un poco menos (uso la vaguedad sobre las fechas para protección de informantes), tuve comunicación con una o unas fuentes muy confidenciales.
La fuente (o fuentes) tenían conocimiento cercano de las deliberaciones de los círculos dirigenciales más corruptos del Apra sobre cómo encubrir sus delitos, desactivar las confesiones, difamar a sus acusadores.
En esos círculos, me informaron, se había discutido lanzar una campaña de ataque contra mí, basada en la “revelación”, con todas las distorsiones del caso, de que mi hija mayor había trabajado en ISDS.
Se me dijo que, incluso en ese círculo, había habido alguna oposición a usar ese tipo de ataque, no tanto por consideraciones morales sino porque todos tenían familias y consideraban que cuando se cruzan ciertas líneas nadie sabe dónde se acaba. No había acuerdo todavía, se me dijo y recomendó estar alerta.
No me sorprendió. IDL-Reporteros ya había publicado notas sobre cómo ciertos testigos de corrupción criminal aprista habían sido presionados y amenazados (por ejemplo: https://www.idl-reporteros.pe/el-misterio-brasil/ y cómo se montaron campañas de descrédito en contra de denunciantes o acusadores).
Hubo otras investigaciones de IDL-R que probablemente tienen eco en la situación actual.
En febrero de 2013, IDL-R publicó la primera de varias entregas sobre la cuestionada contratación de la compañía israelí Global CST en la última parte del gobierno aprista, para asesoramiento contrainsurgente.
En una de esas entregas, IDL-R describió a los principales personajes involucrados en el caso:
“El caso involucra la acción de tres ministros del régimen de Alan García. Dos como ministros de Defensa (Ántero Flores Aráoz y Rafael Rey) y uno como lobiísta: Hernán Garrido Lecca, quien empezó como agente de influencia de Global CST en Perú, y pasó a ser su consultor en Guinea”.
¿Garrido Lecca? Pues sí. De esa consultoría y los negocios que emergieron de ella surgió, entre otras cosas, la chapa, el apodo, de ‘el africano’ con los que alias ‘Vane’ (la exfiscal de la nación Patricia Benavides) se referiría a él varios años, intrigas y conspiraciones después.
Las intrigas y conspiraciones parecen no haber terminado. ¿Quizá optaron por la tercerización, para ocultar la mano detrás de los delirios de un orate?
Lo bueno de los misterios, incluso de los grotescos, es que encierran en sí mismos la promesa de su resolución.