En Sri Lanka, la Iglesia honra a las víctimas de los atentados de Pascua y pide que sean proclamados “mártires”. En Nicaragua, la dictadura de Ortega boicotea las misas con actos en el exterior de los templos.
Redacción hispanidad.com
Comenzamos esta crónica semanal sobre cristianos perseguidos en Irak, donde se siguen produciendo episodios de crueldad contra los cristianos.
Es el caso de Sara (nombre ficticio), de 30 años de edad, de familia musulmana pero ella conversa a la fe en Jesús tras una amistad con una amiga cristiana.
Su conversión al cristianismo le trajo problemas en su propia familia. De hecho, su padre la encerró durante diez días, al término de los cuales le anunció que se casaría obligatoriamente con un musulmán.
Durante un tiempo, varios individuos trataron de abusar sexualmente de ella, pero Sara se resistió y fue ayudada por la Providencia, cambiando su trabajo o de lugar de residencia. «Me sentía muy sola y desesperada, pero mantuve mi fe y seguí orando a Dios», dice Sara.
Hasta que un día, providencialmente, encontró un trabajo cuyo propietario era cristiano, quien le anunció que la trasladaría de lugar de residencia. «Has venido al lugar adecuado», le dijo el dueño. «Soy cristiano y tengo una iglesia en el extranjero y, a partir de hoy, eres mi hija y te ayudaré». También consiguió que el compromiso que había contraído su padre para casarla con un musulmán, se desvaneciera.
Desde entonces, Sara no oculta su fe en Jesús, en el mismo Bagad. «Mi ministerio es con los taxistas». «Hablo con ellos de Dios y les distribuyo Biblias en kurdo».
Nuestro siguiente destino es Sri Lanka, donde el pasado 21 de abril los católicos recordaron con emoción a los cristianos que fueron víctimas de los atentados de Pascua, que tuvieron lugar ese mismo día, en 2019.
Ese día, ocho terroristas suicidas acabaron con la vida de 171 católicos mientras oían misa en las iglesias católicas de San Sebastián y San Antonio. También sufrieron ataques una iglesia evangélica y tres hoteles de lujo. En total fallecieron 269 personas y resultado heridas más de 500.
La iglesia católica de Sri Lanka ha anunciado que va a iniciar el proceso para declarar mártires a esos 171 fieles asesinados por el yihadismo. En concreto, el cardenal Albert Malcolm Ranjith, arzobispo de Colombo, recibió las firmas de más de 50.000 católicos pidiéndoselo. El siguiente paso es trasladar ese deseo a la Congregación vaticana para las Causas de los Santos para poder comenzar la fase diocesana de la causa de beatificación.
El padre Jude Chrysantha Fernando, director de la Oficina para las Comunicaciones de la Archidiócesis de Colombo, señaló que «ha sido un momento de gran intensidad espiritual para la comunidad católica de Sri Lanka: el recuerdo de estos ‘héroes de la fe’ está vivo y es fuente de inspiración para muchos. Hay una gran devoción. El don de estos mártires es para todos un estímulo en las dificultades del presente, marcado por los dramáticos efectos de la crisis económica, pero también por la falta de justicia”.
Nos vamos ahora a Nicaragua, donde nuevamente -y tristemente- la dictadura de Daniel Ortega y su mujer Rosario Murillo protagonizan episodios de persecución a los cristianos.
En concreto, la vicepresidenta Murillo atacó a la Iglesia católica en el sexto aniversario de las protestas ciudadanas contra la dictadura (abril de 2018), que surgieron a raíz de la reforma del sistema de salud y de pensiones, que no gustaron nada a los nicaragüenses.
Murillo explicó: “Hace ya seis años, la cizaña y la guadaña pretendían penetrarnos, por órdenes expresas del gobierno de Estados Unidos, la embajada americana, y otras comparsas, de sectores de la Iglesia Católica, de sectores de empresarios cobardes, y de los heraldos negros que sólo querían y presagiaban muerte, destrucción”.
Tras esas palabras de la ‘vice-dictadora’, esta semana se conocía que la dictadura nicaragüense se dedica a organizar actividades en el exterior de las iglesias católicas, con la intención de que se dejen de celebrar las eucaristías debido al ruido. Así lo denunció la abogada e investigadora Martha Patricia Molina: