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AUNQUE LA MONA SE VISTA DE SEDA, MONA SE QUEDA

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Por más que el Nuevo Orden Mundial de occidente lo haya puesto en saco y corbata (nos referimos a Abu Mohammed al Jawlani o también conocido como Ahmed al Sharaa) y lo paseé por diferentes países queriendo dar a entender que los yihadistas que hoy gobiernan Siria son diferentes, pacifistas, etc., la verdad siempre sale a la luz: ellos no han cambiado, solo están siguiendo un libreto preparado.

Desde hace unos días se va dando una masacre sin precedentes en Siria, aproximadamente van siendo asesinados 1.300 civiles entre cristianos, drusos y alauitas y la prensa no informa nada o muy poco al respecto.

La indiferencia de los medios de comunicación desangra el corazón ante tal férreo asesinato de minorías religiosas, con la excusa de que los partidarios de Abu Mohammed al Jawlani de estar enfrentando a grupos pro Bashar al Asad

LA NOTA:

LA RETÓRICA DEL ENGAÑO

Cuando el pasado 8 de diciembre, el dictador Bashar al Asad tuvo que huir de Siria a Moscú, medios y políticos occidentales se apresuraron a asegurar que los que le habían derrocado y llegaban al poder eran unos «insurgentes», una especie de «rebeldes», unos tipos que seguramente lo harían mucho mejor que el huido y que casi iban a instaurar una democracia.

Sin embargo, Hispanidad advirtió que los recién llegados al poder en Siria son yihadistas islámicos -o sea, terroristas y fanáticos musulmanes, en concreto una facción heredera de Al Qaeda, denominada Hayat Tahrir al Sham (HTS)-, liderados por Mohamed al Jawlani, por cuya cabeza ofrecía Estados Unidos 10 millones de dólares. Mohamed al Jawlani tomó el nombre de Ahmed al-Shara tras ser nombrado presidente el pasado 30 de enero.

Y el tiempo ha demostrado que los yihadistas ya se están comportando como lo que son, unos salvajes que se dedican a masacrar a la población civil, especialmente a las minorías que no les gustan como los cristianos, los drusos o los alauitas (a esta tribu pertenecía Al Assad), una masacre que ya ha provocado más de 1.300 muertos.

Este ataque se ha producido con la excusa de los enfrentamientos que los yihadistas están manteniendo con militares leales a Bashar al Assad. Por cierto, bajo el mandato del ‘malvado’ Al Asad había libertad religiosa y las minorías, por ejemplo los cristianos, eran respetados.

Así lo han denunciado, por ejemplo, los Patriarcas cristianos de Siria en un comunicado: «En los últimos días, Siria ha sido escenario de una peligrosa escalada de violencia, torturas y asesinatos, que ha provocado ataques contra civiles inocentes, incluidas mujeres y niños, así como asaltos a viviendas y saqueos de bienes, en escenas que reflejan el grado de sufrimiento que soporta el pueblo sirio. Las Iglesias cristianas, además de condenar firmemente cualquier violación de la paz civil, denuncian y rechazan las masacres de ciudadanos inocentes y subrayan la necesidad de poner fin a estos horribles actos contrarios a todos los valores humanos y morales. Asimismo, las Iglesias instan a acelerar la implementación de condiciones adecuadas para lograr la reconciliación nacional del pueblo sirio y a trabajar para garantizar un clima que permita la transición hacia un Estado que respete a todos sus ciudadanos y establezca una sociedad basada en una ciudadanía equitativa y una verdadera asociación, alejada de la lógica de la venganza y la exclusión».

Por su parte, la Comisión de Investigación de Naciones Unidas para Siria ha señalado: «En medio de informes sobre una escalada de violencia, la Comisión insta a la máxima moderación y al cumplimiento de las obligaciones del derecho internacional respecto de la protección de los civiles y el trato humano de todos los que han depuesto las armas, y acoge con satisfacción las declaraciones a tal efecto».

En definitiva: el nuevo régimen integrista musulmán de Siria, recibido con aplausos en el Occidente más bobalicón, el que se creyó aquello de la Primavera Árabe de Barack Obama, ya está empezando a mostrar su verdadero rostro: el fanatismo.