Qué lástima que el conductor Beto Ortiz se crea «el hombre de la verdad y la moral» y olvide su pasado vergonzante en la que la fiscalía le archivó el caso de violación a menores con el argumento que era «homosexual pasivo».
La gente también tendría derecho de pensar que su comportamiento sigue siendo igual y que, por lo tanto, hablar de monstruo o inmoralidad en otras personas no le calza.
Está obsesionado por demostrar que es el mejor investigador en el mundo periodístico. Pero la soberbia que tiene es más grande que la torre de Eiffel.
