Francisco habló improvisando un discurso a los chicos de la Acción Católica que se reunieron con él en la Sala del Consistorio del Palacio Apostólico para los saludos navideños y que le animaron con canciones. El Pontífice se ha referido al espanto de las guerras que se llevan por delante tantas vidas inocentes, niños incluidos.
Redacción InfoCatólica – infocatolica.com
El Papa agradeció a los pequeños que lo habían animado con algunas canciones y los invitó a no perder el entusiasmo, la mística y la alegría y les entregó el discurso preparado, donde explica que el mundo sólo encontrará la luz y la paz que necesita si amamos a Dios y nos amamos los unos a los otros.
Todavía es posible volver a tener esperanza
En el discurso dirigido a los niños, el Papa pide amor «en la familia, en la parroquia, en la escuela» y en los lugares cotidianos «para ayudar a todos a creer que todavía es posible cambiar de rumbo, elegir la vida y volver a la esperanza». Y su pensamiento se dirige especialmente a los países desgarrados por los conflictos, causa de la muerte de cientos de menores.
«¿Saben cuántos niños han muerto en Gaza en esta última guerra? Más de tres mil. Es increíble, pero es la realidad. Y en Ucrania son más de quinientos, y en Yemen, en años de guerra, miles. Su recuerdo nos invita a ser a luces para el mundo, a tocar el corazón de tantas personas, especialmente de aquellas que pueden detener el torbellino de la violencia».
Jesús está cerca de cada uno de nosotros
Pero «la Navidad nos recuerda que Dios nos ama y que quiere estar con nosotros», en la práctica «nos muestra su amor y nos invita a amar», subraya Francisco, añadiendo que «por eso Jesús nació, se hizo pequeño, vivió en familia con María y José, y sigue presente a nuestro lado y en cada uno de nosotros».
«Este es un don maravilloso. Y trae consigo otro: que también nosotros podemos amarnos como hermanos. ¡Cuánta necesidad tenemos de esto hoy! ¡Tantos pueblos, tantos niños sufren a causa de la guerra!»
Por último, el Papa exhorta a amar no sólo a Dios y a los demás, sino también a la creación. Es Dios quien «nos llama a reconocer y respetar la belleza que nos rodea, en la naturaleza y en las personas, y a crecer así en el compartir y en la fraternidad», concluye Francisco, que insta a vivir «con compromiso este camino».