Por Felipe Gómez.
El presidente Trump despierta amores y odios, pero claramente podemos ver en su elección, una clara lucha entre el bien y el mal, entre los valores y principios cristianos contra los antivalores de los cuales se ufana el progresismo.
Durante la campaña presidencial vimos como a Kamala se sumaban artistas y figuras públicas abiertamente abortistas, en su gira presidencial no perdían oportunidad de burlarse del sentir cristiano y conservador del pueblo norte americano. Pero Estados Unidos sigue siendo un pueblo profundamente religioso.
Los detractores ven en Trump a un ultraderechista, vanidoso y misógino, cuando en realidad estamos ante un defensor de la democracia, de la mujer, de su dignidad y su maternidad. Un presidente anti abortista y el principal enemigo de Planned Parenthood y su macabra misión de asesinar a los niños en el vientre de sus madres hasta el noveno mes de gestación.
Por otra parte, Trump tiene una clara búsqueda de Dios lo cual lo define como un hombre de valores Cristianos, un hijo del Señor que al igual que la mayoría de nosotros tuvo una historia antes y después de Cristo.
Su fórmula vicepresidencial es Católico practicante y los dos apuntan hacia el mismo norte, engrandecer a Norte América no solo económicamente sino cuidando de sus raíces Cristianas, de sus niños, de sus jóvenes, de sus familias tradicionales.
Trump es un hombre anti bélico, se opone también al dañino progresismo y sus tantos engaños. Su triunfo también es nuestro, su liderazgo y el lugar que ocupa en la historia actual, nos beneficia y sin duda alguna nos protege como nación.
Oremos y pidamos que su presidencia esté protegida de ataques y amenazas, que Dios lo guíe, lo acompañe y lo proteja.
Dios los bendiga.