La ignorancia de entender los fracasos, crisis y corrupción expresada a su máxima potencia en un país, responde a quien tenemos en el frente del gobierno.

La ruina no viene de Dios, viene del adversario maléfico que encadena y esclaviza al gobernante y éste lo extiende a los pueblos que van aceptando el sistema revolucionario anticristiano en toda las esferas y sectores del Estado.

No se trata de países pobres o ricos con dinero sobrante, sino de haberse cambiado las bendiciones por maldiciones y todo lo que toca Castillo se convierte en ruina. Es algo real, lo anticipamos cuando Vizcarra iba trayendo la desgracia al país con un laicismo político que iba anulando y desactivando la identidad de pueblo con Dios, Patria, vida y familia.

Llegó el engaño, la mentira, los robos y obsesión de controlarlo todo el aparato del Estado, introduciendo leyes contrarias a la Constitución, a la vida y a la familia y a la Patria misma, bajo el aval de los caviares ateos; como también, disponiéndose de instituciones y poderes a su servicio maléfico.

Esta herencia del espíritu de ruina pasó a una maldición mayor cuando un partido comunista pone al frente a un hombre vacío de razón y vacío de corazón. Todo le sale mal, todo lo que toca se vuelve ruina porque acepta dejar la soberanía de país de lado y aplicar el sistema global del NOM con soros, Biden, Gates, etc., creando el desorden, la injusticia, la inseguridad, la división y la libertad para robar y quedar impune.

El pueblo no percibe el manejo mundial existente y así la nación va cayendo en miseria porque si globalmente el espíritu de ruina se hace un sistema para poner esos agentes idóneos para el fracaso y el avance de la destrucción de una nación, donde la codicia, la complicidad y la impunidad se hace regla, es idóneo contar con un personaje ignorante en todo esto, defendido internacionalmente por los provocadores del caos mundial, cuyo fin es ir preparando a las naciones para el reseteo económico financiero y de igualdad comunista en desgracia, bajo control de la élite.

No queda por eso, otra cosa en el Perú, cerrarle a ese espíritu de ruina existente en Pedro castillo y que políticamente va sacudiendo a sus cómplices del ejecutivo y del legislativo, cegados por el dinero, el poder y la indiferencia casi brutal, de lo que representa un pueblo sufriente que lamentablemente no se levanta con mayor fuerza en desobediencia civil para echar estas maldiciones que alcanza a todas las actividades humanas donde el bien no se está imponiendo en justicia y en donde además una minoría se beneficia con el adormecer ciudadana.